76 mil espectadores pudieron disfrutar del Festival de Salzburgo con estrictos protocolos sanitarios que posibilitaron que la función se realizase con un saldo de cero contagios. 

La edición del Festival de Salzburgo de este año fue inolvidable: primero, porque estuvo marcada por la pandemia, y segundo, porque se cumplieron 100 años desde el primer festival. Este es uno de los eventos más importantes y concurridos de la música clásica. En él se presentan hay óperas, música de cámara, artistas solistas y conciertos de grandes orquestas sinfónicas.

Los organizadores decidieron acortar la programación a 110 espectáculos, con una limitación de 1000 espectadores por función. Dicho aforo fue el límite marcado por el gobierno austríaco para cualquier evento. Como parte de los protocolos sanitarios se realizaron 3.600 pruebas de coronavirus como parte del testeo a todos los empleados de los teatros que integran este festival, incluyendo a los músicos, cantantes, integrantes de las orquestas, boleteros, personal de seguridad, etc.

Para reforzar aún más las medidas sanitarias se impuso la obligación de llevar barbijos en todos los espacios, exceptuando el momento de la representación de las obras, así como estrictas medidas de distancia social. Pese a que hubo muchísima gente que no pudo viajar al festival de fuera de Europa, asistieron más de más de 76.000 espectadores y no hubo un solo contagiado. Para los organizadores, pese al contexto, fue un éxito muy grande.

El ministro de sanidad austríaco, Rudi Anschober, remarcó que “Salzburgo es una prueba de que incluso durante la pandemia más grave del mundo en 100 años se pueden aplicar con éxito grandes eventos culturales”, declaró en un comunicado del Ministerio de Salud de Austria y consideró que esto puede usarse de ejemplo para que otros países hagan sus festivales con este plan sanitario.

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