Los estereotipos de género, la asimetría de poder y las disparidad en el acceso a los derechos, entre otros factores, limitan la autonomía de las mujeres e impactan negativamente en su salud.
“Todavía hoy, el hecho de nacer con uno u otro sexo define cómo vivimos, cómo nos enfermamos y cómo morimos”, afirma la Dra. Alejandra Sánchez Cabezas, Fundadora de Surcos Asociación Civil, médica, especialista en ginecología y master en Epidemiología, Gestión y Políticas de Salud, para evidenciar cómo la desigualdad afecta la salud de las personas y para destacar la importancia de cuidar la salud de las mujeres para alcanzar comunidades saludables para todxs.
“Cuando nacimos hubo dos cajitas que definieron nuestras vidas, una rosa y otra celeste. No había cajitas de otros colores, ni de muchos colores. Las dos cajitas eran de la misma forma y además se suponía que durante toda la vida debíamos permanecer dentro de una de ellas. Nuestros genitales definieron la cajita, y el color de la cajita condicionó cómo nos educaron. De qué íbamos a hablar, qué comida y bebida nos iban a gustar y qué deportes íbamos a mirar, entre muchas otras cosas. Estas formas, condicionadas por la sociedad, se denominan estereotipos de género”, resume Sánchez Cabezas para explicar el término y agrega que “los estereotipos de género producen desigualdades al acceso a los derechos, y esto se refleja en los últimos datos publicados por Feminindex, que contabilizan que 7 de cada 10 pobres son mujeres mientras que sólo tres de cada 10 ricos lo son y que una de cada 5 no consigue empleo”.
En las misma línea, la doctora explaya cómo estas desigualdades desencadenan distintos tipos de violencias de género. “Por ejemplo, las desigualdades en la toma de decisiones en la familia y de acceso a bienes produce violencia doméstica, uno de los problemas que siguen afectando a las mujeres de todo el mundo”, detalla y especifica que “en nuestro país, los últimos datos del Observatorio de las violencias de género muestran que hasta mayo de 2019 hubo 133 femicidios y que el 88% de los agresores eran del círculo íntimo o conocidos de la víctima. Mientras que la posibilidad de que una de cada tres mujeres puede sufrir agresiones físicas y sexuales en algún momento de su vida no se ha logrado revertir”.
Además, las violencias generan graves efectos en la salud de las mujeres en situación de violencia, Sánchez Cabezas toma algunos datos de la Organización Mundial de la Salud para mostrarlo: “La depresión sigue siendo más común en las mujeres (5,1%) que en los hombres (3,6%) y las lesiones autoinfligidas, incluido el suicidio, fueron la segunda causa de defunción entre las mujeres de 15 a 29 años de edad en 2015”.
Por último, la Fundadora de Surcos A.C explica que el abuso sexual, las relaciones sexuales sin consentimiento y la falta de garantía del cumplimiento de los derechos sexuales y reproductivos y la falta de acceso a servicios de salud sexual y salud reproductiva tienen como consecuencia, entre otras cosas, que en Argentina, cada 5 minutos una adolescente tenga un parto y cada tres horas una niña entre 10 y 14 años.
“Esta realidad se puede modificar. Para garantizar una vida sin violencia en las mujeres debemos aceptar que las diferencias sexuales no tienen por qué imponer formas de vida y menos aún desigualdades que perjudican a varones y mujeres y que convierten a las personas no binarias en marginales”, advierte Sánchez Cabezas y detalla que desde Surcos A.C trabajan junto a las comunidades en identificar “cuáles son las posturas y las creencia machistas, las debatimos y definimos nuevas formas igualitarias de habitar nuestras vidas. Además, trabajamos con los gobiernos en todos los niveles para garantizar los derechos de salud sexual y reproductiva a toda la población, especialmente a las poblaciones más vulneradas, y denunciar y convertir el abuso sexual y a los embarazos forzados en un asunto de todos y todas”, concluye.