El principal desafío del director de orquesta es darle una dirección equilibrada a la música, para eso debe lograr que los integrantes se complementen, se integren para que los criterios de interpretación sea lo más bello y colorido posible.
En el último concierto de la Orquesta Sinfónica del año pasado, brindado en diciembre en el Teatro Municipal, el primer violinista se paró adelante de la orquesta, con su arco frotó la cuerda e hizo sonar una nota muy larga a la que los demás integrantes se fueron acoplando para afinar. Mientras tanto, la gente se iba acomodando en sus butacas y un manto bullicioso envolvió al auditorio. Una vez que el violinista verificó que todo estuviera afinado se sentó otra vez en su silla.
A los pocos minutos las luces empezaron a bajar y entró en escena el director; se inclinó frente al público para saludar, se dió vuelta, esperó que la gente hiciera silencio. Luego, cerró los ojos, suspiró y con su batuta inició la magia sonora.
Un nene que estaba sentado junto con su mamá le preguntó suavemente al oído “–¿Qué hace ese hombre moviendo un palito?”. “–Está bailando” –le contestó.
Mucha gente se pregunta “¿qué hace un director?” Para algunos, está bailando; para otros, hace monerías; algunos los tildan de vagos, en el sentido de que mientras todos tocan ellos no hace nada. Pero ¿qué función cumple exactamente el director?
Marcos Lorenzo, titular de la Orquesta de niños y jovenes de la Escuela de Olavarría, explicó: “imagínate que una orquesta está integrada por 70 y 120 músicos, incluso muchísimos más. Fíjate que todos son personas diferentes, tienen distintos sentimientos. Si cada uno tocara como quiera la orquesta sería un caos, entonces lo que hacemos es ordenar a la sinfónica, lograr que todos toquen con el mismo peso del arco, que los vientos soplen con el mismo volumen, que no se tapen unos y otros”.
Marcos Lorenzo dirigiendo la Orquesta Escuela Olavarría
El director debe ser una persona muy sensible; tiene que causar inspiración en los demás, ser un líder sin caer en autoritarismos, y tener en cuenta la opinión de los otros para determinadas obras.
Diego Lurbe, quien está al frente de la Orquesta Sinfónica de Olavarría “Mtro. Mario Patané”, señaló que: “uno de los principales roles que tiene el director de orquesta es unificar los criterios de interpretación: cada uno de los músicos que componen la orquesta pueden tocar de por sí sólo lo que está escrito en la partitura, lo que escribió el autor para cada uno de sus instrumentos; pero cada uno lo va a tocar de una manera diferente, a una velocidad diferente, con una dinámica distinta, con una dirección diferente a la música, entonces el trabajo más importante que tiene el director es, justamente, el poder de unificar un mismo discurso musical”.
Por otro lado, agregó que: “todo lo que va surgiendo de la orquesta y de lo que él piensa sobre esa música sirve para lograr una interpretación unificada de lo que se va a tocar; es un trabajo muy complejo. Después están los otros trabajos que van a llevar a esta parte final, que es ir acomodando las cosas que no estén bien (como las correcciones de ritmo, de tempo, de afinaciones, de volumen) como para lograr una versión que sea homogénea y musicalmente buena”.
Por ejemplo, en una de sus sinfonías Beethoven indicó en su partitura que un pasaje debe tocarse “forte” (fuerte). En consecuencia, cada director va a mirar con qué “fuerza” se va a tocar ese pasaje, teniendo en cuenta para ello, entre otros aspectos, si es un recinto chico (en cuyo caso ese “forte” se tocará con menos volumen) o si se trata de un teatro más grande (en el cual se procurará que suene “con todo” y el director, por lo tanto, exagerará sus expresiones).
El Mtro. Diego Lurbe en un concierto de fin de año en la calle.
“Unos de los principales roles que tiene el director de orquesta
es unificar los criterios de interpretación” (Diego Lurbe).
Todas las indicaciones de la música se charlan en los ensayos. Como consecuencia de ello, todos saben qué significa cada gesto. Estos códigos se pactan entre los músicos y el maestro.
Luego, durante la velada el director tiene que procurar que todo lo que se ensayó pase en el concierto. Y, si ocurriese un error, con un simple gesto se notifica de esto y se lo corrige sin necesidad de hablar, es decir, quien lleva la batuta tiene que comunicar a través de su cuerpo.
Tanto en la música como en el fútbol
Así como los técnicos de fútbol no les enseñan a patear la pelota a sus jugadores, lo mismo pasa con quien está al frente de un elenco orquestal: no les enseña a sus integrantes a tocar el instrumento sino que tanto el técnico como el director, tienen un panorama general de la situación y a partir de ahí dan las indicaciones pertinentes para que tanto en el partido como en el concierto se “juegue” de la mejor manera posible. Además, tanto en el fútbol como en las orquestas resulta imprescindible trabajar en equipo.
En esta línea, Marcos Lorenzo remarcó que “si bien [él está] arriba de una tarima dirigiendo, esto no significa que (…) sea más que la orquesta; no se trata de una relación de poder sino que simplemente es para que todos [lo], ya que [es el] que da las entradas, el que maneja la intensidad, el tempo y los matices. Muchas veces [tiene que] exagerar [su] expresión de manera muy teatral para marcarles claramente que es lo que quier[e], todos aportan ideas, todos [son] muy importantes”.
A lo que luego agregó que “en la orquesta somos todos uno, cada integrante es muy bueno en su rol, no es que el que está en la fila de los primeros violines son los mejores y los que están en la fila de los segundo violines son los peores, sino que todos son maravillosos, cada uno es bueno desde donde está. Para integrar una orquesta, los músicos deben pasar por audiciones, concursos y exámenes, eso depende de las reglas de cada elenco. Estar en una sinfónica significa jugar en la selección. Así como hay defensores, delanteros y arqueros, lo mismo sucede en una orquesta, cada uno tiene su posición”.
Por consiguiente, si todos los integrantes de la orquesta tienen que tocar su parte pero con idénticos criterios de velocidad, ritmo, volumen sonoro, carácter, etc., el director será quien se encargue de reglar esos criterios para que puedan responder como si fuesen una sola persona. Para esto, además, resulta importante que los músicos sigan las instrucciones fielmente.
El desafío del director
Muchas veces, cuando se ve a un maestro dirigiendo parece que se eleva con la música como si le llegase a lo más profundo del alma, y los sonidos que obtienen de la orquesta hacen realmente suspirar al público que escucha. A su vez, como si de encantadores de serpientes se tratase, sorprenden con sus virtuosos movimientos que van al compás de cada melodía. Sin embargo, ¿de qué sirven los gestos? ¿Qué formación debe tener un director?
Quien dirige la orquesta sostiene la “batuta” (un palito blanco, generalmente) con la que señala las entradas de cada uno de los grupos de instrumentos y maneja las regulaciones sonoras. Vale remarcar que, si bien todos tocan la misma obra, cada uno de los instrumentos (o de los grupos de instrumentistas) hacen diferentes cosas de acuerdo a cada partitura (por ejemplo, el que toca el triángulo debe caer en el compás y en el momento preciso, eso se lo indica el director). Con la mano derecha marcan el tempo, la cantidad de compases y la intensidad de la obra. A esto lo van complementando con la ayuda expresiva de todo el cuerpo.
Para dirigir la orquesta es importante ser un verdadero fanático de la música ya que es importante que pueda sentirla y que su apasionamiento pueda ser transmitido tanto al público como a sus músicos.
Asimismo, también es importante que pueda hacer un profundo análisis de la obra que se va a interpretar, tanto en lo que se refiere a la manera en que se dará vida a lo escrito (en la partitura) como del contexto histórico, social y político en que fuera escrita. Por ejemplo, Beethoven, en su Quinta Sinfonía, reflejó las revueltas y toda la explosión de la “Revolución Francesa”, si a esto el director no lo tuviese claro la obra no sonaría de manera épica.
Además debe saber mucho de contrapunto, armonía, estética musical, apreciación, lenguaje tonal, acústica musical, y cultura, entre tantas otras cosas.
Con la finalidad de adquirir la formación necesaria para llevar adelante esta tarea existe la Licenciatura de Dirección Orquestal. Ésta, por ejemplo, se dicta en la Universidad de la Plata y tiene una duración de 5 años.
Cuando el director efectivamente logra captar la atención de sus músicos y transmitir su amor por la música a estos y al público, acaba ocurriendo lo mismo que pasó cuando la sinfónica terminó los últimos compases de la “Marcha Redetzcky”, de Johann Strauss, y los violines sonaron fortísimos, las trompetas hicieron un sonido muy vibrante y los timbales explotaron con mucha percusión acompañando el movimiento de los brazos del director, los cuales agitaba cada vez más con más fuerza: el publico, emocionado y enardecido por el poder y la magia de la música estalló en aplausos.