Otra belleza que nos regalan los Hermanos Dardenne
Dos días, una noche es una película dramática belga-italo-francesa escrita y dirigida por los hermanos Luc y Jean-Pierre Dardenne.
Una vez más los hermanos de origen Francés, nos presentan una película de gran sensibilidad social partir de la situación que atraviesa el personaje de Sandra que encarna Marion Cottillard.
Sandra intentará durante toda la película sobreponerse a una situación extrema, en donde su puesto laboral corre peligro, ya que le informan que no hay lugar para otro sueldo, a no ser que sus compañeros renuncien al bono anual.
Los Dardenne con gran inteligencia, plantean la problemática central: cómo convencer a sus compañeros a que no acepten el aumento ofrecido por el jefe de la fábrica, ya que de eso dependerá su permanencia en el mismo. Sandra tendrá dos días para lograr su objetivo.
Este manejo que ejerce el patrón, nos acerca a una realidad social y económica que muchísimas personas atraviesan en algún momento de su vida.
Pone en juego varios factores sociales, por un lado el poder mal usado de los empleadores, por el otro, el terror de cada uno de los trabajadores a perder su bono anual o su empleo en caso de oponerse a las reglas del sistema.
Los personajes reflejan la vulnerabilidad en extremo, o el individualismo y la necesidad propia sobre la ajena.
Los diálogos, y los silencios utilizados en momentos claves nos harán dar cuenta de la puja y tensión por defender la estabilidad económica.
Rasgando las vestiduras y desenmascarando en unos la falta de solidaridad y en otros la incapacidad de comprender la necesidad ajena: será una puja constante que tensará los vínculos interpersonales durante toda la película.
De esta manera es interesante ver cómo el guion refleja el individualismo en su máxima exponencial a la hora de asegurar lo propio por miedo, aunque sea mínima la diferencia en definitiva.
Y la vergüenza que acarrea Sandra por verse obligada a pedirles a sus compañeros que renuncien a su salario extra.
Además incluyen otro conflicto interno , y es que el personaje de Sandra acaba de salir de un tratamiento por depresión sumado a que su marido tiene un empleo que apenas alcanza para mantener a sus dos hijos.
No es un dato menor el hecho de que el factor anímico se vea afectado nuevamente, y refuerza la importancia que tiene el ser humano de acceder a vivir de manera digna y sin manipulaciones ante una realidad económica difícil.
La trama desde un principio nos pone en tensión a partir del personaje de Sandra, que lucha por su puesto poniendo en cuestionamiento la solidaridad, la noción de otredad, la conciencia social ante sus compañeros.
Y estos últimos no escaparán al propio juicio de valor aún no concediendo el favor a su par.
La historia tiene tal nivel de conflicto de intereses, en un contexto de problemática económica de todos los empleados, que se podría hasta empatizar con aquellos que deciden no ayudarla.
Todos luchan por salir de un lugar de pobreza y porque en definitiva no deberían ser los responsables de la problemática que presenta Sandra.
Clara representación de la pirámide social, en donde el escalón más alto se ve totalmente deshumanizado, sacando rédito de no asumir un despido en detrimento de la destrucción de relaciones entre los pares.
Los Dardenne nos tienen acostumbrados a las historias de vulnerabilidad y desolación, pero sin caer en lo morboso o en el mal gusto, como podemos apreciar en Rosseta (1999) o El niño de la bicicleta (2011), y esta vez no es la excepción.
Si bien el relato es crudo, es posible que uno inmediatamente empatice con la película al sentirse identificado en algún lugar, en alguna vivencia propia o ajena.
Es casi imposible no tomar partido ferviente por los que luchan en un ambiente tan hostil, como es el caso de Sandra.
La dirección es sencilla pero compleja a la vez, es decir que técnicamente no parece ser una película de alto presupuesto, es más bien austera en las locaciones y en el arte.
Es fiel a la realidad desde la cual se narra, para dar cuenta de cómo vive esa familia, cómo atraviesa cada momento el personaje casi en tiempo real, y cómo afecta su estado emocional la espera de la decisión de sus compañeros.
No llega a ser filmada como documental, pero genera la sensación de serlo. No utilizan una banda sonora, solo suenan dos canciones en momentos claves de la historia, comprobación de que es tan consistente lo que se ve.
No necesitan más que el silencio como elemento para sentir la agonía y el desasosiego de los personajes.
En definitiva, el guión es más que brillante para contar esta película, no hay tomas extraordinarias, o un arte descomunal, ya que tampoco sería funcional y fiel a la pobre situación y despojo que sienten los personajes, sobre todo el de Sandra, lo cual lo hace más destacable.
Además, las actuaciones son excelentes, valiéndole a Marie Cotillard una nominación al Oscar como mejor actriz. Representaciones sumamente verosímiles y espontaneas, de manera que podríamos olvidar por un momento que estamos viendo una película como simple espectadores.
La película nos invita a ser parte de ese mundo, de esa realidad que atraviesan todos los personajes, en donde el que sufre siempre es el trabajador, el que menos tiene, el que lucha por subsistir en una sociedad fuertemente capitalista.
Dos días , una noche vuelve a ser un film exquisito y bien logrado de los hermanos Dardenne, con el cual han quedado nominados para el Festival de Cannes y seleccionados para competir por La Palma de Oro.
Conservan el mismo estilo y belleza en sus imágenes y actuaciones, con un guión redondo y conciso, que no se va nunca por las ramas, y hace el foco constantemente en el tema de la película: impronta que han sabido demostrar y sostener a lo largo de toda su filmografía.
Ficha técnica
Título Original.: Deux jours, une nuit
Género: Drama
Duración: 95 min.
Año: 2014
Nacionalidades: Bélgica, Francia e Italia.
Dirección y guión: Luc Dardenne y Jean-Pierre Dardenne
Reparto: Marion Cotillard, Fabrizio Rongione