Cuando hablamos de los personajes conocidos de Azul, Mateo Banks es el primero que se nos viene a la cabeza. Pero, ¿Quién es este místico personaje? ¿Qué fue de su vida? ¿Que lo lleva a cometer los crímenes atroces por el cual se hizo famoso? ¿Cuáles son los detalles que muy pocos comentan?
Comencemos desde el inicio. Mateo Banks nace el 18 de noviembre de 1872, en Chascomús. Era hijo de Mathew Banks y María Ana Keena, una pareja de inmigrantes irlandeses que llegaron en 1862 como consecuencia de la pobreza extrema y la Guerra Mundial. En esa localidad nacieron, además de Mateo, sus otros 6 hijos: María Ana, Dionisio, Miguel, Pedro, Catalina y Brígida.
En 1897, la familia se traslada hacia el partido de Azul. Allí, compran una estancia de 400 hectáreas al que llaman “La Buena Suerte”. En 1899, Miguel y Dionisio adquieren a unos 5 Kilómetros de allí una fracción de campo del tamaño equivalente a 200 cuadras a la que llamaron “El Trébol”. En esa ciudad, la familia se convierte en una de las más reconocidas, siendo un ejemplo de prosperidad.
Tras fallecer los padres, “La Buena Suerte” pasa a manos de los 7 hermanos. A Mateo le toca un potrero de 116 hectáreas a la que llamó “Los Pinos”.
A inicios del siglo XX, Mateo viaja a la provincia de San Luis. Allí conoce a Martina Gainza, una joven proveniente de una familia adinerada con quien se viene a vivir a Azul y contrae matrimonio. La pareja tiene cuatro hijos: Mateo Franklin, Pedro, Jorge y Ana. También nacen otras dos hijas, ambas llamadas María Angélica, ambas fallecidas a los pocos meses de nacidas.
Este nuevo núcleo familiar compra una casa ubicada en Necochea 773 y donde se van a vivir. Esta casa actualmente está habitada y su fachada se encuentra deteriorada, luciendo como si estuviera abandonada. Si bien se conoce que esta casa es la propiedad perteneciente a Banks y su familia, muchos siguen creyendo que la casa es la de Necochea 781, lugar que durante años funcionó el boliche “781”, recordado por los múltiples acontecimientos tales como peleas, disparos, etc. Y que actualmente funcionan varios consultorios médicos.
Si bien Mateo es chacarero, no se le conoce un trabajo fijo. Para comenzar, es representante de la reconocida marca de autos Studebaker en la Provincia de Buenos Aires. Cada año, al llegar el festejo de carnaval, presta los coches para que desfilen las reinas. Por otro lado, es Vice Cónsul de Gran Bretaña. También es Consejero Escolar. Su función allí es más que nada darles un castigo a los alumnos que tengan mal comportamiento en las escuelas. Es, por otro lado, presidente de la Liga Popular Católica, teniendo gran participación en la comunidad religiosa. Es tal su participación, que en las procesiones portaba siempre el palio. Por último, es miembro socio del Jockey Club de Azul y de otras entidades benéficas de la ciudad.
José Antonio Martínez Suárez, reconocido cineasta y hermano de las famosas gemelas Silvia y Mirtha Legrand, en el prólogo del libro “Crimen y status social” del Contador Hugo Alberto Hohl, afirma: “Mateo Banks representaba, en el concierto ciudadano de aquellos años, la imagen del triunfador, del admirado, del ejemplo: padre de familia, funcionario escolar, católico militante, empresario, vicecónsul inglés, activo político…”
Con la reciente llegada del Jockey Club y la apertura del hipódromo, Mateo se vuelve un aficionado al juego hasta llegar a la adicción. Esto le empieza a traer problemas económicos. Su fortuna comienza a bajar y las deudas se van acumulando. Primero vende sus 116 hectáreas de campo heredado de sus padres a la sociedad de sus hermanos por 32.000 pesos nacionales de aquella época. Pero aun así no le alcanza para pagar toda la deuda contraída.
Tras no conseguir el dinero suficiente para pagar su deuda, Mateo Banks consigue un permiso trucho en donde falsificó la firma de su hermano Dionisio para que el pudiera vender varias cabezas de ganado. Sus hermanos lo descubren y lo amenazaron con denunciarlo. Sabiendo que por este robo iba a terminar en la cárcel, se las ingenia para deshacerse de sus hermanos.
El inicio del crimen: envenenamiento fallido
Era 1º de Abril. Ese día, Mateo Banks concurre a la farmacia del pueblo. Pero no para comprar medicamento para él, ni ponerse vacuna, ni controlarse la presión. Va para comprar estricnina, un polvo cristalino blanco, inodoro y amargo que puede ser ingerido, inhalado, bebido tras mezclarlo en una solución o administrado en forma intravenosa y que se utiliza habitualmente como pesticida para matar pequeños vertebrados, en particular pájaros y roedores.
Pero esperó varios días. Fue recién el 18 de abril que utiliza este veneno. Eran las 9 AM. El acaudalado hombre llega hasta la estación Parish en tren. En el transporte se cruza con María Josefa, una de las hijas de Gaitán. Según contó el diario “El Ciudadano” de Azul, hoy medio que ya no existe más, Maria Ana, una de las víctimas, la solicita para prestar servicios en “El Trébol” acorde a su edad y sexo.
Alrededor de las 9 de la mañana, Banks y la menor llegan a dicha estancia. Lo primero que hace es ir al potrero de 116 hectáreas de su propiedad y allí se encuentra con el alambrador y uno de sus hermanos. Con ellos estuvo charlando y tomando mates durante un rato.
De allí, se traslada a la casa del campo, donde se encontraban Dionisio y su sobrina Anita. Con ellos también toma mates y charla durante un rato. En un descuido de su familia y de quienes estaban cocinando, Mateo ingresa a la cocina con el frasco de veneno y le vacía parte de éste en la olla de puchero que se encontraba sobre el fuego calentándose. En el transcurso de las horas, el homicida va y viene por el campo y su potrero.
Pasado el mediodía, decide volver a la casa para comprobar la efectividad de la estricnina. Para su sorpresa, el veneno no había hecho tal efecto. Se encontró con su familia “vivita y coleando”. Solo sus sobrinas se encontraban con fuertes dolores de estómago.
En el libro de Hugo Hohl dice: “Miguel y Julia han intuido la verdad y le increpan ‘fuiste vos che, que pretendiste envenenarnos’”.
Cuando Mateo vuelve a “La Buena Suerte”, se entera que Dionisio, luego de haberle sentido sabor amargo y que le repugnaba el paladar, lo tira. Éste hecho lo confirma Santos Blando, el colchonero, en su posterior declaración del juicio.
Los horrorosos crímenes que lo volvieron famoso
Eran las 13:15. Mateo estaba furioso porque el plan de envenenar a la familia no funcionó. Quería liberarse de ellos de forma rápida pero sin que nadie sospechara de él. Para eso, toma su rifle de doble cañón marca “Winchester”. Luego de varias horas, cerca de las 20 horas se dirige hacia la estancia “La Buena Suerte”. Allí, ingresa a la habitación de Dionisio, quien se encontraba enfermo, y le dispara una vez. La bala le impacta en la espalda, atravesándole el tórax.
Al oír los disparos, Sara sale de su habitación y, cuando lo ve a su tío, sale corriendo. Pero el monstruo corre detrás de ella, alcanzándola. La atrapa y con la culata de su rifle le pega en la cabeza, dejándola inconsciente. Su cuerpo es arrastrado hasta un aljibe, donde Mateo lo tira y le perpetúa un tiro.
En el año 1992, el diario “El Tiempo” de Azul publica un suplemento especial por el 70 aniversario del hecho, y allí se puede observar un segmento del guión de la película “Mateocho” de José Martínez Suárez. En la escena de la muerte de Sara, la niña está consciente y su tío la toma entre sus brazos dirigiéndose hacia el aljibe. En el trayecto, la niña asustada le dice: “tío tengo miedo, ¿Qué me vas a hacer?”. El homicida arroja a la menor al pozo y allí la niña se acurruca dándole la espalda al monstruo diciéndole “por favor no me hagas nada. Vos sos mi padrino y yo te quiero mucho”. A lo que él le responde “yo también te quiero mucho” y le dispara dos veces. Lo último que se escucha de la pequeña son los gritos de dolor de los balazos recibidos.
Alrededor de las 21 horas llega Juan Gaitán, peón de “La Buena Suerte”. Mientras se dispone a guardar el caballo, su patrón le dispara sin mediar palabras matándolo instantáneamente.
En sulki se dirige hacia la estancia “El Trébol”. En el camino, se encuentra con Claudio Loiza, el peón de dicho campo. Allí le pide al peón que lo acompañe hacia la estancia, con el pretexto de que su hermano Miguel se encuentra enfermo y debe atenderlo. A lo que Loiza le responde que no, que más tarde irá a caballo. Banks le insiste hasta que Claudio acepta acompañarlo. Kilómetros más adelante, Don Mateo deja caer el látigo y le pide al peón que lo levante. Cuando Loiza se agacha para levantar el látigo, Banks toma el arma y le dispara una vez, que lo deja muy malherido. Por lo que vuelve a disparar una segunda vez. Toma su cuerpo y lo esconde dentro del pajonal. Da media vuelta y se dirige a la estancia.
Una vez allí, ingresa a su antigua habitación, con el pretexto de que se siente mal. A las 23 horas, cuando todos duermen, sale de la pieza y se dirige a la de su hermana Maria Ana. A ella le pide que la acompañe a la otra estancia con el pretexto de que Dionisio se encuentra muy mal y debe atenderlo. La hermana se viste y se sube al carruaje rápidamente. Luego de recorrer algunos kilómetros, a mitad de camino, le dispara a quemarropa y tira el cuerpo del transporte, dejándola tirada a mitad del camino.
Vuelve “El Trébol” y le toca la puerta de la habitación a su hermano. Lo atiende su cuñada y le pide un té con la excusa de que se sentía descompuesto. Al cruzar la puerta, Mateo le dispara en la espalda matándola de inmediato. Al oír los disparos, Miguel se despierta y trata de incorporarse, pero su hermano le dispara en el cuello dejándolo sin vida en el momento.
Solo quedan tres personas con vida en la casa: sus sobrinas Cecilia y Anita de 15 y 5 años respectivamente y Maria Ercilia Gaitán, de 4 años de edad, hija de Juan. Banks mata a Cecilia y toma a las otras dos niñas y las encierra en un cuarto pequeño. Aunque algunos cuentan que las encerró en un ropero y les lleva comida hasta que la policía las encuentra.
Resumiendo el sangriento delito de Mateo Banks: mata a ocho personas; dos peones y seis miembros de su familia. Solo sobrevivieron dos niñas dentro de la casa: Maria Ercilia Gaitán, hija de uno de los peones y Anita Banks, sobrina de Mateo. Según se cuenta, el asesino les perdonó la vida como parte del plan. Si pretendía echarle la culpa a uno de los peones, éste sería incapaz de matar a su propia hija. Por otra parte, se las encerró en un ropero. Existen dos versiones sobre quien las encerró. Algunos cuentan que fue Ana, madre de Anita, quien las encerró allí y que, hasta el momento de ocurrir los hechos, ella les dejó comida en el ropero. Se decía que Ana habría presentido que esto ocurriría, por lo que las encerró para que su hermano no las encontrara y no las matara. Por otro lado, también se cuenta que fue el propio Mateo quien las dejó encerradas allí junto a un plato de comida para que ellas no vean. Cuando la policía va a hacer el peritaje a la chacra, las encuentran allí.
Por otro lado, hay una tercera persona que sobrevivió y que nadie cuenta. Y es María Josefa, la hija de Juan Gaitán quien se había vuelto a la ciudad ya que su madre se encuentra enferma y debe cuidarla.
A todo esto, Mateo se retira de la escena del crimen y, a eso de las 4 de la madrugada llega a la casa del doctor Marquestan, el médico de la familia.
El peritaje
Allí, el funcionario educativo le comenta al médico que han matado a toda su familia y que Loiza y Gaitán fueron los culpables. En su defensa, él cree haber herido al primero y mató al segundo.
“Ya no existe ninguno más en mi familia. Han acabado con todos. Han muerto a todos” es lo que le dice el chacarero a Marquestan, según sus declaraciones en el juicio.
Marquestan, por su parte, le consulta porque aparece a esa hora y no fue inmediatamente después de que ocurrieron los hechos. A lo que Banks le responde que no se animaba a salir.
Por otro lado, Banks le pide que lo lleve hasta la casa del Doctor Carús, un reconocido abogado conocido del victimario. El médico accede y, ya de día, llegan a la casa del abogado.
Según el tango “Doctor Carus” del señor Montes de Oca, Carus desconfía del relato de Mateo y no se compromete a defenderlo hasta no ver las cosas más claras. Mientras tanto, le aconseja presentarse inmediatamente a la policía.
Mateo Banks concurre a la policía, y le explica al comisario lo mismo que al médico y al abogado y entrega su arma, la que queda guardada en un depósito. Por su parte, el comisario Bidonde pone bajo arresto a Banks por haber confesado el asesinato de Gainza y por prevención.
Según el expediente de la comisaría, Mateo se presenta en el lugar el día 19 de Abril a las 8 de la mañana manifestando que los peones Loíza y Gaitán asaltaron “El Trébol” y “La Buena Suerte” y que le disparó a ambos, asegurando que cree haber herido al primero y asesinado al segundo.
Según se cuenta, Mateo está detenido solo una noche con el argumento de que fue “en defensa propia”. Otros relatos cuentan que estuvo bajo arresto hasta el momento de su condena.
Mientras tanto, la policía se traslada hacia el lugar con perros. En el informe hecho por quienes hicieron el peritaje decía: “allí, llegados a la estancia ‘La Buena Suerte’, con un tiempo nublado y a ratos lluvioso, observamos el paraje en completo silencio y sin que nadie viniera a nuestro encuentro para recibirnos”. Y finaliza “ello nos dio la impresión, por tal soledad, que algo grave había ocurrido”.
Por otro lado, Héctor Hourcade, quien es testigo del peritaje en ambos campos, en una entrevista para el suplemento del Diario “El Tiempo” antes mencionado, afirma que, cuando la policía suelta al perro, este se va “derecho hacia el Jagüel, ladrando desesperado”. En ese lugar es donde se encuentra el cuerpo de Sarita Banks.
Por otro lado, al acusado se le hace un peritaje, ya que éste manifiesta que uno de los peones lo hiere en el pie. A principio, el victimario no quiere que le hicieran el peritaje, ya que no quiere sacarse el botín porque aseguraba que sus pies se encuentran sucios. Pero cuando logran quitarle el calzado, notan que el zapato tiene una marca y el pie no tiene ninguna herida. Resulta que esa marca en el zapato lo hizo con un punzón.
Durante horas, el comisario investiga a fondo las pruebas e interroga a Mateo Banks, teniéndolo como principal sospechoso del caso.
Por otro lado, al principio solo encuentran 7 de los 8 cuerpos. El octavo es Claudio Loíza, al que Banks acusa de asaltar las chacras. Banks relata que el peón estaba mal herido y prófugo. Por ese motivo, la gente cierra sus puertas y ventanas para prevenir que un asesino ingrese a sus viviendas, sin saber que su cuerpo se encontraba sin vida entre los pastizales. No fue hasta varios días después que el cadáver fue hallado.
El equipo médico que realiza la autop
sia de las ocho víctimas es dirigida por el doctor Adolfo Pintos, hijo del reconocido también médico Ángel Pintos, a quien en su homenaje, el hospital municipal de Azul lleva su nombre, y una estatua de su persona se encuentra frente a la loma del parque municipal. Las pericias dieron como resultado que el arma utilizada era del mismo calibre que el arma que le entregó Mateo, siendo de su propiedad, al comisario.
Eduardo Agüero Mielhuerry, un vecino que el pasado año 2016 escribió un artículo denominado “Recuerdos del ‘Camino Viejo a Tandil’”. En él, cuenta que a fines del siglo XIX y principios del XX, había una cochería en ese camino, cuyo dueño era el señor Francisco Lionetto, a tan solo 1 kilómetro de la ruta nacional número 3.
En uno de los párrafos afirma: “Tras haber concretado los homicidios, Mateo Banks se comunicó con Lionetto a quien, en concordancia con la historia que había inventado, le solicitó el envío de siete féretros -dos blancos, para niños-, dado que había ocurrido una tremenda desgracia en sus campos”.
Según la creencia popular, el asesino llamo desde el teléfono del doctor Carus a Lionetto para encargar los ataúdes. Pero en realidad se presentó él mismo en la cochería para pedirlos.
Durante el juicio, Lionetto atestigua haber notado extremadamente calmado o frío a Mateo Banks a pesar de lo sucedido cuando hablaron para pactar los funerales.
El día de los funerales y el entierro llega. La ciudad entera se encuentra allí para despedir a las víctimas. Mateo, quien hasta el momento nadie sospecha que era el asesino, encabeza el cortejo.
Siete de las ocho víctimas son enterradas en lo que hoy es el cementerio municipal, ese del imponente ángel de Salomone. Seis de ellas se encuentran juntas una al lado de la otra con cruces de hierro, y solo una tiene una placa que identifica quien es. Estos seis cruces pertenecen a los seis familiares asesinados. Otro de los que están sepultados allí es Juan Gaitán. En los archivos del cementerio aparece el lugar donde aparece, pero encontrar su lugar de descanso eterno es difícil de encontrarlo. En cuanto a Claudio Loiza, su cuerpo fue enterrado en el cementerio del oeste, conocido como el “cementerio de los pobres”. En el año 1951, el camposanto cesa sus actividades dando al cierre del mismo. Mientras que las familias trasladan los restos de sus difuntos al cementerio central, muchos otros incluyendo el de Loíza no son reclamados y sus tumbas desaparecen. Por otro lado, también se cree que el cuerpo de Loíza fue desenterrado y trasladado al actual Cementerio Municipal pero que, al no tener familiares que lo reclamen, fue depositado en un osario común.
Juicio y castigo
El juicio se lleva a cabo en el Sport Club Azul. El tribunal está a cargo del Doctor G.M. Illescas como juez, siendo el Doctor S.V. Blake, los Doctores Armando Pessagno y Abdón Bravo Almonacid como vocales y el Doctor Horacio Segovia como fiscal.
Cabe destacar que ningún abogado quiere defender al acusado. Hasta que llega un joven e inteligente abogado de apellido Larraín, quien lo acompaña durante todo el juicio en Azul.
El día 24 de Abril se lleva a cabo la tercera declaración. Allí, Mateo Banks confiesa ser el único autor de todos los hechos. Más adelante, el sospechoso afirma que hizo esa confesión “por haber sido sometido a torturas”.
El Fiscal Segovia encuentra las siguientes pruebas que indicarían que Banks es el culpable:
- Las dos armas homicidas son de su propiedad.
- No recibe herida alguna y perfora su botín izquierdo para simular haber recibido un disparo.
- De los posibles ejecutores de los crímenes, es el único sobreviviente.
- Incurre en contradicciones en sus declaraciones hasta declarar el 24/4/1922 ser el autor de los hechos.
- Es acusado por las niñas Maria Ercilia Gaitán y Anita Banks de andar a los tiros en “El Trébol”.
Es juzgado oralmente en un juicio normal en donde se lo encontró culpable. Mateo Banks es condenado a Cadena Perpetua y cumplió una parte de su castigo en la cárcel de Sierra Chica. Según lo mencionado por el diario “El Ciudadano”, los presos que compartían la celda con Mateo pidieron ser trasladados a otra celda por el miedo a que el asesino les disparara con un arma mientras dormían.
Debido a una supuesta complicidad con su padre, su hijo Mateo también fue encarcelado. Según testigos de la época, lo habían visto junto a su padre en Parish, estación cercana al lugar de los hechos. Sin embargo, debido a la falta de pruebas y a la declaración del propio Mateo Banks (hijo), fue puesto en libertad.
Luego de la sentencia, el Doctor Larraín interpone recursos de interinconstitucionalidad e inaplicabilidad de la ley ante la Suprema Corte de Justicia, que es concedida por el tribunal el 3 de Abril de 1923. La Suprema Corte rechaza el recurso de inconstitucionalidad, haciendo lugar al de inaplicabilidad de la ley y declarando nulo el juicio.
Posteriormente, se trasladan las actuaciones a la Cámara 3º de apelaciones en lo criminal de La Plata. En un nuevo juicio se confirma la sentencia primitiva.
Mateo Banks se encuentra detenido desde el 20 de Abril de 1922. Sustanciado el proceso y condenado a reclusión perpetua, es trasladado en 1924 a la Unidad Penal de Ushuaia.
Allí adentro es apodado “El Místico”. Éste sobrenombre se lo gana debido a que, como mencione en el inicio, él es un militante del catolicismo y creyente ferviente. Durante su estancia en “la cárcel del fin del mundo”, reza todo el tiempo.
Durante muchos años, su comportamiento es excelente. Por este motivo, su sentencia se acorta.
Vida y muerte fuera de la cárcel
Al salir del penal de Ushuaia, Mateo viene a Azul. Según se comenta, hay gente que llegó a verlo en la entonces Plaza Colón, hoy Plaza San Martín, sentado en un banco.
Sus crímenes lo convirtieron en una persona detestable. La gente ya no lo quería en la ciudad.
Banks deja Azul y se traslada hasta Olavarria a buscar a su esposa e hijos, pero éstos desaparecieron. Su esposa, al enterarse de los asesinatos, pide la anulación del matrimonio. Sus hijos se cambian de apellido a Gainza, que es el apellido de su madre.
De allí, se va a vivir a Buenos Aires. Para poder mantener su identidad en secreto, se cambia el nombre a Eduardo Morgan. Según cuenta Hohl en su libro, el ex convicto convive con su hijo Mateo Franklin durante siete años.
En Agosto 1949, Banks se va a vivir a una pensión ubicada en Falcón 2178. Al llegar, entra al baño y cierra la puerta con llave. Al ingresar a la bañera, se resbala, se golpea la cabeza contra el borde de la misma y se desnuca.
En cuanto a su cuerpo, se sabe que fue enterrado en el cementerio de la Chacarita. Sin embargo, nunca se supo bien la ubicación exacta de su tumba. También se dice que, al no tener familiares ni nadie que siga pagando el mantenimiento de dicho espacio, lo sacaron y lo colocaron en la fosa común.
Mateo Banks en la cultura popular
En la década de 1980, José Antonio Martínez Suarez le pide a Hugo Hohl y a Ruben Boggi reunir información sobre el personaje y el caso para la realización de un filme. Para esto, se conforma un grupo de trabajo en el que se encuentran Héctor Ferrarelo (conocido como Cacho Nebia y fallecido a comienzo de éste año) y Oscar Toscano. En un suplemento especial por los 70 años del caso publicado por el diario “El Tiempo” de Azul se publica un fragmento de su guion. Aunque la película filmada es difícil de conseguir. No se sabe si se filmó o no.
La información recabada para ésta película, Hugo Hohl escribe un libro denominado “Crimen y status social”, que es la principal fuente para éste trabajo.
Por otro lado, una compañía de teatro azuleña estrenó a principio de 2017 una obra sobre la vida y la obra de éste personaje.
También hay escritos dos tangos. El primero es “Doctor Carus” del señor Montes de Oca y que perteneció al selecto grupo del Teatro Español y el más orillero. El segundo es “Mateocho”, del que no se conoce su autor y es propio de los bares y boliches de las afueras. En internet se puede encontrar la letra y las partituras de ambos tangos, pero ninguna de las dos canciones fue grabada.
En Azul, se ofrece un tour que dura dos días y una noche donde se recrea la historia de éste famoso asesino.
Por último, una cita del cineasta José Martínez Suarez. En el prólogo del libro de Hohl, él escribe: “el crimen múltiple espanto al país. No solo por su magnitud. También porque el asesino pertenecía a esa franja social míticamente inobjetable que se conoce como ‘la gente de bien’” y en el imaginario hay una historia que cuentan que dice que noche de abril, un hombre misterioso llega a una chacra en el paraje de Parish y toca la puerta del rancho. Era un hombre al que no se le puede distinguir el rostro ya que en todo momento lo trae medio tapado. El dueño del lugar lo atiende y le pide que le dé permiso para dormir en el granero, a lo que el ocupante de la vivienda le responde que sí. A la siguiente mañana, van al granero para despertar al misterioso hombre e invitarlo a tomar mates. Vaya sorpresa que al llegar al lugar se encuentran con que esta persona ya no se encontraba en el lugar. Había desaparecido. Pasó el tiempo, y los dueños de la chacra van al pueblo a visitar a unos primos. Charlando entre ellos, uno de los primos les cuenta que Mateo Bank ha matado a ocho personas, y lo describen físicamente. Según la descripción dada por éste primo, pudieron constatar que aquel hombre misterioso que había visitado su vivienda se trata de Mateo Banks.