La obra retrata la cotidianeidad de un consorcio de propietarios y muestra como la falta de conservación del ascensor pone en riesgo la vida de los usuarios
“¿Qué hacemos con Walter?”, la obra teatral que pone de relieve las altas expensas y la falta de prioridad de mantenimiento de servicios comunes en los edificios. La historia comienza con una asamblea extraordinaria marcada por los conflictos, falta de acuerdo y acusaciones entre los miembros de un consorcio, donde se tenían que tomar decisiones sobre el estado del edificio, el ascensor que jamás funciona y el trabajo del encargado.
La obra destaca la falta de prioridades para dar solución a temas básicos de un edificio como el arreglo del ascensor o la caldera. Paradas fuera de nivel, fallas en la apertura de las puertas, o trucos para que el ascensor frene en el piso solicitado, son escenas que se suceden durante toda la obra de Campanella, y hacen de esta parodia costumbrista el escenario ideal para mostrar una realidad de muchos edificios porteños: como las fallas en el ascensor son parte de la vida de los consorcios de propietarios, y muchas veces no reciben la prioridad en el arreglo que garantice la seguridad de quienes lo usan.
Esta historia cuenta con humor una realidad que supera la ficción, donde se cruza la suba en las expensas, que según la Asociación Civil Administradoras Independientes de Propiedad Horizontal (https://www.aiph.com.ar/) este año duplicó la cantidad de vecinos que figuran en el listado de deudores, lo que provocó una baja o retraso en los trabajos de mantenimiento trasladados a los ascensores y calderas, entre otros servicios, dejando a los vecinos expuestos a posibles accidentes, según representante de sectores vinculados a la administración de edificios.
Cabe recordar que alrededor más de la mitad de los accidentes en ascensor corresponden a anomalías en el mantenimiento del equipo. “Es esencial atender las anotaciones que realiza el representante técnico en el libro de inspección de ascensores para determinar los trabajos a realizar para el correcto funcionamiento y seguridad de los equipos”, sostienen desde FACARA.
Al aumento de expensas que, en algunos casos, impacta en la decadencia de la calidad y plazo de los trabajos a realizar en los mantenimientos en los edificios, se suman las malas maniobras de los usuarios y la antigüedad del parque de ascensores argentino que ronda los 50 años. Cabe destacar que nuestro país no cuenta con una Ley de Transporte vertical que regule los ascensores de manera uniforme en todo el territorio y garantice la seguridad de un medio que realiza 48 millones de viajes por día, transportando a 9,5 millones de personas en todo el país, siendo el segundo medio de transporte en cantidad de pasajeros, después del automóvil.
“Desde la federación trabajamos para mejorar la seguridad y control del funcionamiento de los equipos, de manera que garanticen a las personas la seguridad en cada viaje en ascensor, porque entendemos que la seguridad de los vecinos es innegociable”,concluyen desde la FACARA.
Acerca de la FACARA
La FACARA es una entidad sin fines de lucro que reúne a cámaras y asociaciones de empresas dedicadas a la fabricación, instalación y conservación de elementos utilizados en el transporte vertical de personas y objetos. El 85% de la venta e instalaciones de ascensores en todo el territorio argentino la realizan Pymes nacionales, que junto a las empresas encargadas de su mantenimiento, poseen más del 90% del mercado. Más información en www.facara.com.ar