Mucho antes de que la COVID-19 apareciera, los científicos ya trabajaban en descubrir los virus animales con más probabilidades de afectar al ser humano. Fruto de esos esfuerzos, se ha elaborado una plataforma digital llamada SpillOver que clasifica el riesgo de que diversos virus consumen el salto entre especies. Sus creadores esperan que la nueva herramienta ayude a los especialistas en salud pública y a las autoridades competentes a evitar epidemias en el futuro.
Jonna Mazet, epidemióloga y ecóloga de enfermedades en la Universidad de California en Davis, ha dirigido la labor durante más de una década. Todo comenzó con el proyecto PREDICT, de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), con el que se pretendía ir más allá de los vigilados virus de la gripe y detectar otros patógenos emergentes que entrañasen riesgo para las personas. Miles de científicos peinaron 35 países en busca de virus animales, descubriendo muchos nuevos durante el proceso. Pero no todos los virus son igual de amenazantes, de modo que Mazet y sus colaboradores decidieron crear un esquema para interpretar sus resultados. «Queríamos pasar de la mera colección con fines científicos [el simple descubrimiento de los virus] a la evaluación y reducción real del riesgo», explica.
Al equipo le sorprendió la gran escasez de investigaciones dedicadas a la clasificación de los virus que en la actualidad afectan únicamente a animales pero que pertenecen a familias que probablemente causen enfermedades en el ser humano. Así que comenzaron desde cero e identificaron 32 factores pertenecientes a los virus animales (como la vía de contagio), a los hospedadores (como su número y variedad) y al ambiente (densidad de población humana, frecuencia de la interacción con los hospedadores, etcétera). Estos se resumen en una escala de riesgo de 155 puntos, en la que una mayor puntuación significa un mayor riesgo de zoonosis.
El virólogo Colin Parrish, de la Universidad Cornell, que no ha participado en el estudio, afirma que los factores examinados fueron importantes en saltos anteriores. Pero subraya que el riesgo de salto de una especie a otra puede agravarse por factores impredecibles que surjan después. «Es un poco como la bolsa», compara.
En el nuevo estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences USA, se clasifican 887 virus animales. Doce que son patógenos para el ser humano ocupan los primeros puestos, con el virus causante de la COVID-19 en segundo lugar, solo superado por el virus de Lassa, que infecta a las ratas. (Mazet puntualiza que la gripe encabezaría la lista si hubiera sido incluida, pero las variantes gripales ya son objeto de vigilancia por otras instituciones.) Parrish destaca que la lista tampoco incluye los virus transmitidos por insectos y por los animales domesticados.
SpillOver está abierta a la edición pública, y científicos de todo el mundo ya están haciendo aportaciones con sus resultados. Mazet espera que también capte la atención de los profesionales y las autoridades de salud pública. Afirma también que con acciones selectivas «podemos asegurarnos de que no surjan esas zoonosis. Pero si se producen, estaremos preparados porque estaremos vigilantes».