Los ciberdelincuentes no se toman descanso, y la pandemia COVID-19 plantea un escenario ideal para el aumento de los ataques cibernéticos. Los ciber atacantes se aprovechan de nuestra mayor dependencia de las herramientas digitales durante el aislamiento social y de la incertidumbre de esta crisis generalizada.
La dependencia cada vez mayor de las personas con respecto a las herramientas digitales, las hacen más proclives a ser blanco fácil de los piratas cibernéticos. A medida que la pandemia de coronavirus se sigue extendiendo alrededor del globo sin distinguir etnias, credo, ni divisiones geográficas, las amenazas no solo acechan a los sistemas sanitarios, económicos, políticos y sociales, sino que otra amenaza acecha en el espacio cibernético.
¿Cuál es el riesgo de no contar con una seguridad cibernética sólida?
La creciente pandemia que involucra a más de 150 países, hace que la dependencia a las infraestructuras digitales se multiplique. En este contexto, internet centraliza el 100% de la interacción entre las personas y es el vehículo principal para trabajar y estar conectados mutuamente.
A raíz del aislamiento obligatorio dispuesto por el gobierno nacional, las empresas y las organizaciones del sector público y privado están aplicando políticas de teletrabajo, y las interacciones laborales se están vehiculizando principalmente a través de videollamadas y chats. Por su parte, los medios para difundir información por parte de los gobiernos pasan a través de medios digitales.
En este contexto actual inédito, un ataque cibernético que pudiera privar a las organizaciones o familias del acceso a sus dispositivos, datos o Internet podría ser devastador e incluso peligroso para la salud. En el peor escenario un ciberataque a infraestructuras críticas podría desconectar comunidades o ciudades enteras, poniendo obstáculos a los servicios de atención médica, los sistemas públicos y las redes.
El ciberdelito aprovecha el miedo y la incertidumbre reinantes.
En una situación de crisis como la presente, especialmente cuando se prolonga, las personas tienden a cometer errores que en situaciones normales no cometerían, como ser, entrando a un enlace dudoso o confiando los datos a sitios peligrosos, ya que estaremos abocados a la comunicación digital, y los peligros cibernéticos estarán más presentes que nunca.
Los ciberdelincuentes son muy creativos al idear nuevas formas de aprovecharse de los usuarios y la tecnología para acceder a contraseñas, redes y datos, a menudo sirviéndose de temas y tendencias populares para atraer a los usuarios a tener comportamientos riesgosos para su ciberseguridad. Por ejemplo, un malware global vinculado con el coronavirus se dirigió a personas que buscaban imágenes de la propagación de COVID-19. El ciberataque estaba oculto en un mapa que mostraba estadísticas de coronavirus cargadas de una fuente legítima. En este caso, los usuarios debían descargar y ejecutar una aplicación que ponía en peligro su computadora permitiendo a los ciberdelincuentes acceder a sus dispositivos para robar sus credenciales de acceso, documentos, y toda información de valor.
El aumento del tiempo online acrecienta los riesgos cibernéticos.
El aislamiento social expone a los usuarios a pasar más tiempo online, corriendo el riesgo de caer en el acceso «gratuito» a sitios web o programas pirateados, abriendo la puerta a posibles ataques y malware. Los riesgos pasan ocultos en las solicitudes de información de la tarjeta de crédito o la instalación de aplicaciones de visualización. Ingresar en el enlace equivocado o ampliar los hábitos de navegación durante la pandemia, puede ser extremadamente peligroso.
¿Qué se puede hacer?
Así como combatir la pandemia COVID-19 requiere el cambio de hábitos y aislamiento social para frenar la propagación del virus, el hecho de tener que cambiar los comportamientos online y conocer a lo que uno se enfrenta puede ayudar a mantener una postura de ciberseguridad elevada.
1. Intensificar la seguridad cibernética: Usar una contraseña segura, se sugiere que sea larga y compleja para el wifi del router del hogar y que los cortafuegos del sistema estén activos en el router. Asegurarse de no reutilizar las contraseñas en la web y en diferentes aplicaciones (un administrador de contraseñas podría ser de utilidad) y, de ser posible, utilizar una VPN confiable para acceder a Internet.
2. Ser cuidadoso en la verificación: Tenga mucho más cuidado de lo habitual cuando instale software y proporcione información personal. No haga clic en los enlaces que aparezcan en un correo electrónico. Al suscribirse a nuevos servicios, verifique la fuente de cada URL y asegúrese de que los programas o aplicaciones que instale sean las versiones originales de una fuente fiable. Los virus digitales se propagan en gran medida como los humanos; un error en línea puede contaminar a otras personas de la organización, su agenda de direcciones o la comunidad en general.
3. Realizar las actualizaciones de software y las aplicaciones del sistema regularmente: Permite reparar cualquier debilidad que pueda ser objeto de ataques. Esto siempre se debe hacer desde la web o aplicación oficial, ya que los atacantes pueden crear páginas web falsas que se vean idénticas a las verdaderas.
En tiempos de aislamiento social, cuando las familias pasan más tiempo conectadas ya sea para trabajar remotamente, los niños para realizar tareas y clases virtuales, así como para jugar en red o en las redes sociales, y como sociedad para estar informados, entretenidos o para hacerse mutua compañía de forma virtual, el comportamiento personal de todos es fundamental para prevenir la propagación de virus tanto en el mundo cibernético como en el mundo físico.