El peso del apellido: Cómo ser Tolstoi y no morir en el intento – Por Federico Fiori

Must Read

Vacío – Por Mariana Díaz

Vacío Se me llenan los ojos de lágrimas de verte partir, lágrimas de sangre dolida negrura de mi alma.   Se me llena el corazón...

Sobreviví el infierno – Por Mariana Díaz

Sobreviví el infierno Sobreviví el infierno una y mil veces todos los rincones y todos los recovecos.   Sobreviví el infierno creado para mí por alguien que...

Engaños, la nueva miniserie de Netflix, ideal para maratonear el fin de semana

La plataforma Netflix, últimamente está añadiendo miniseries que son ideales para ver en un fin de semana. Si te...
El peso del apellido

Quemaron toda la casa para poder encender un cigarrillo”. Las palabras mencionadas por Mijaíl Gorbachov en una entrevista justifican su renuncia y la caída de la URSS como una victoria, un destino inevitable en el cual Europa terminó por darle la espalda.

En las entrañas rusas hay desconfianza. No importa si es el zar, el dictador, Putin, el cristianismo o la filosofía occidental: el cuestionamiento es regla y la forma de vida, aunque el culto y los porfiados costumbrismos indiquen lo contrario.

El periodista norteamericano John Reed afirmó en los albores de la revolución que en ninguna otra parte del mundo se discutía tanto como en Rusia, a pesar de parecer un pueblo parco, frío y de que su lengua sea lo más parecido a los susurros.

Esto se aprecia en los relatos de Tatiana Tosltáia que, siendo sobrina nieta del universal Tolstoi, no parece cargar con la condena de su apellido.

Mundos Etéreos, su último libro publicado por Tusquets (2021) como parte de la colección Rara Avis, es un caleidoscopio de la decadente Unión Soviética de los años ochenta.

Allí, refleja un pueblo en el que aún sobrevivían las supersticiones campesinas y que, hasta hace no muchos años, lidiaba con la pobreza, el analfabetismo y la tuberculosis.

Testimonio de un siglo que dejó de pertenecerle a los chinos o a los árabes para ser de dominio eslavo, y en el cuál el ateísmo terminó perdiendo la pulseada con la imagen de Cristo. Años en los que La Madre Rusia agonizaba y sucumbía ante el nuevo mundo globalizado y ante las sonrisas de los Reagan y los Bush.

Tolstaia hace de aquel mundo nublado, un lugar florido, un cuento de Gógol repleto de fantasiosos y burócratas. Todos hablan, todos discuten, argumentando hasta el final las más pequeñas cosas y deshilachando cada pensamiento.

¿Por qué las borracheras son tan tristes?, ¿por qué los rusos hablan hasta el cansancio hurgando en las llagas de su historia?, ¿de dónde viene esa costumbre de complicarse el día a día? Entre Leningrado y San Petersburgo, entre el mujik y el asalariado, entre París y Creta o entre el Kremlin y la Casa Blanca.

Por momentos, la autora olvida que está escribiendo ficción para dar lugar a pequeños manifiestos sobre la vida moderna.

Ese pueblo ruso -que es eslavo, griego y asiático al mismo tiempo-, libra una batalla de valores con Occidente: “Ortodoxia, Autocracia e Identidad Nacional” discuten con la “Libertad, igualdad y fraternidad” de los franceses, y, tanto en las estepas como a orillas del Sena, ruedan las cabezas como metáforas de las ideas.

La Guerra Fría puede encontrarse en una pequeña discusión doméstica entre una rusa y un americano. La primera, se pregunta por la belleza de las cosas, el otro por su utilidad y por su sentido práctico, llegando a afirmar que en la cultura yankee no importa si las cosas son verdaderas o no, siempre y cuando estén bien justificadas.

El problema de la identidad se hace visible: “¿Qué es el pueblo ruso? ¿Vamos a juzgar por la sangre, por el espíritu, por la fisonomía, por el idioma? Tales preguntas, siempre terminan mal.”

Todos estos mundos conviven y se pierden en una existencia sin fronteras. Allá donde los cadáveres de las naciones sirven de abono para las empresas y la industria, allá donde resuena el inglés en las calles de San Petersburgo y donde duermen Asia y Europa bajo un mismo suelo.

 

Se puede ver más sobre este libro en la página web de la editorial Tusquets.


Federico Fiori es periodista e historiador. Estudió en la Universidad de La Plata. Además, trabajó como docente.

Actualmente es librero en una de las tantas librerías de Buenos Aires.

- Advertisement -

1 COMMENT

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here

- Advertisement -
Latest News

Vacío – Por Mariana Díaz

Vacío Se me llenan los ojos de lágrimas de verte partir, lágrimas de sangre dolida negrura de mi alma.   Se me llena el corazón...

Sobreviví el infierno – Por Mariana Díaz

Sobreviví el infierno Sobreviví el infierno una y mil veces todos los rincones y todos los recovecos.   Sobreviví el infierno creado para mí por alguien que decía amarme y cuidarme.   Sobreviví el infierno creyendo...

Engaños, la nueva miniserie de Netflix, ideal para maratonear el fin de semana

La plataforma Netflix, últimamente está añadiendo miniseries que son ideales para ver en un fin de semana. Si te gusta el drama y el...

Hoy se cumplen 4 años del asesinato de Fernando Báez Sosa

A casi un año de la sentencia de los rugbiers los padres de Fernando temen que la Sala II del Tribunal de Casación Penal...

Samsung anuncia su nueva aplicación para hacer compras online

Los usuarios ahora tienen un nuevo canal de Samsung, que facilita la compra de productos de la marca de forma rápida y sencilla desde...
- Advertisement -

More Articles Like This

- Advertisement -